Nos despertamos casi cada día con sonoros titulares que hablan de corrupción. Los números hablan por sí solos. Más de 800 casos de corrupción urbanística repartidos por toda España, de todos los partidos.

El mapa es desolador.

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Valdemoro, Parla, León, Murcia o Valencia. La operación Púnica añade una decena de nuevos nombres a los más de 800 casos de corrupción registrados en España desde el año 2.000. Un estudio de la universidad de La Laguna cifra en 676 los municipios salpicados por este tipo de corrupción en la primera década del siglo XXI.

Por comunidades autónomas Andalucía es la que más casos de corrupción presenta con 154. Le siguen Valencia con 94 y Galicia con 66. Revisando el mapa, queda claro que la corrupción no se puede asociar a una determinada ideología o color político. Esta es la distribución de los partidos políticos que gobiernan o gobernaban en los municipios afectados por estos casos de corrupción:

Pese a ello, se produce un fenómeno, cuanto menos curioso. La mayoría de alcaldes imputados por corrupción salieron reelegidos en las urnas. En 2011, 40 de los 69 candidatos implicados en procesos judiciales fueron “absueltos” por los electores, ejemplos no faltan. El PP volvió a ganar en localidades como Boadilla del Monte, espoliada por la trama Gürtel. En Ourense, Jose  Luis Baltar, autoproclamado como el “cacique bueno”, obtuvo decenas de victorias electorales, hasta que la querella de un fiscal puso fin a sus 20 años de gobierno. Por otro lado, pese al escándalo de los ERES, el PSOE consiguió seguir gobernando en Andalucía y así podríamos remontarnos a otros casos como el de Fabra, Camps o Jesus Gil con 4 mandatos casi por aclamación en Marbella. Un tipo de corrupción que puede llegar a ser percibida como beneficiosa por la población.

En esta situación de crisis desayunar casi cada día con un nuevo escándalo de corrupción ha hecho mella. El 96% de la población no confía en los políticos. Según la última encuesta del CIS, la corrupción y el fraude es la segunda preocupación de los españoles, solo superada por el paro.